Nuestra vida ha cambiado repentinamente debido a la aparición de COVID-19. La situación por la que estamos pasando no tiene precedentes y, por lo tanto, ninguno de nosotros tiene un aprendizaje o experiencia previa sobre cómo enfrentarla. Tampoco sabemos cuándo o cómo terminará y eso puede hacernos sentir muy inciertos e incómodos.
Seguimos confinados y a medida que van pasando los días, no todos respondemos de la misma manera a esta situación extraordinaria e imprevista que nos ha tocado vivir.
En este post voy a explicar cómo surgen las distintas emociones durante esta etapa en la que el virus SARS-CoV-2 y la enfermedad COVID-19 por desgracia siguen siendo el principal tema de interés.
En general, un brote de una enfermedad infecciosa como COVID-19, puede causar angustia emocional y ansiedad. Es común sentirse ansioso, confundido, abrumado o impotente, sobre todo ante la incertidumbre que genera un acontecimiento con el que no estamos familiarizados.
Vale la pena hacer notar que estas emociones pueden surgir incluso si no tenemos un alto riesgo de ser contagiados.
Nuestro cerebro tiene un sistema de alarma que nos advierte cuando nos sentimos vulnerables, cuando estamos en peligro, cuando tenemos nos enfrentamos a una situación que no podemos controlar, o cuando sentimos incertidumbre.
Cuando se activa esta alarma, podemos empezar a notar algunos síntomas, como insomnio, ansiedad, pensamientos negativos, opresión en el pecho, claustrofobia, tristeza, inquietud o miedo.
Es normal que nos sintamos así, ya que se trata de un estado de alerta general, en el que estamos constantemente bombardeados de información negativa que transmite el mensaje de que estamos en peligro. No debemos sentirnos mal con nosotros mismos o con nuestros seres queridos por sentir estas emociones.
Repasemos cuales son las más comunes:
Ansiedad
La ansiedad se produce ante situaciones que nos presentan una amenaza o peligro. Es parecida al miedo, con la diferencia de que la ansiedad se genera antes de que esta amenaza sea real.Solo por el hecho de pensar que existe la posibilidad, nos sentimos ansiosos.
Esta es una de las emociones que se da con más frecuencia con el COVID-19.
Miedo
El miedo es la sensación de angustia que se genera ante una incertidumbre, como una amenaza o peligro.
Un ejemplo para diferenciar el miedo de la ansiedad sería el siguiente: Tengo ansiedad por el hecho de que existe el virus, aunque esté en casa. Además, hoy tengo miedo porqué tengo que salir a comprar.
Tristeza
La tristeza puede aparecer por diferentes motivos. Cuando sentimos que nos dejan de lado, cuando no somos capaces de expresar nuestros sentimientos, o cuando nos sentimos olvidados. También podemos estar tristes debido a desengaños, al perder la esperanza, cuando fracasamos, cuando tenemos baja nuestra autoestima, o cuando perdemos a un ser querido.
Cuando esta emoción supera ciertos límites hay que tener cuidado con la depresión.
Aburrimiento
El aburrimiento es un estado emocional que se experimenta cuando nos quedamos sin nada en particular que hacer, o cuando no estamos interesados en todo aquellos que podemos hacer. Es una de las emociones más modernas, y es un estado mental desagradable, que puede llegar a ser peligroso y perjudicial para la salud.
No obstante, podemos aprovechar los momentos de aburrimiento para desarrollar nuestra creatividad.
Confusión
Nos sentimos confundidos cuando recibimos información que no sabemos si es cierta o no.
La información nos llega en un flujo constante. Cualquier información nueva que recibimos la comparamos con lo que ya sabemos. Cuando esta información se contradice o no se ajusta con una información anterior, o con nuestra experiencia, nos sentimos confundidos. La confusión se mantendrá hasta que encontremos una solución a este desajuste.
Consejos útiles para combatir estas emociones
Durante el confinamiento por el SARS-CoV-2, podemos tomar algunas medidas que nos pueden ayudar a combatir las emociones anteriores.
- Es importante ponernos un límite a la hora de utilizar los medios de comunicación, como las redes sociales, la radio o la televisión. Demasiado tiempo puede tener un impacto negativo en nuestro estado mental.
- Intentemos quedarnos con aquella información que provenga de fuentes oficiales e investigaciones llevadas a cabo por expertos. Todos sabemos que en las redes sociales hay mucha información que no es cierta respecto a todo lo que rodea al COVID-19.
- Mantengamos contacto con nuestros seres queridos. Si nos conectamos con la familia y amigos, puede irnos muy bien porque compartiremos nuestros sentimientos con los demás, y esto en muchas ocasiones nos ayudará para combatirlos. Si además también hablamos de temas que no son el COVID-19, contribuirá a que todos nos relajemos y disfrutemos más de la conversación.
- Mantengámonos activos. Hay que intentar hacer ejercicio, hidratarnos bien y comer alimentos saludables. Es importante evitar “picar” a todas horas, así como dormir bien.
- Procuremos evitar el diálogo interno negativo, con pensamientos del tipo “no podemos salir”, “esto está durando demasiado”, “¿Y si le sucede algo a mi familia?”, “¿qué pasará si me contagio?”, “¿qué pasará con mi trabajo?”.
No es fácil evitarlo, pero tenemos que pensar que la mayoría de las veces, las anticipaciones negativas nunca acaban ocurriendo. Reemplacemos estos pensamientos por otros más tranquilizadores como “todo esto es temporal”, “de momento estamos bien”, “estoy seguro en casa “.
Este confinamiento nos puede servir para enseñarnos a ordenar nuestras prioridades y nuestros valores.
Esperemos que este aislamiento haga que surjan nuevos valores y se reafirme la importancia de la comunidad, la convivencia y la intimidad.
Lo que es indudable es que es un tiempo de reflexión, en el que hay menos ruido y por lo tanto la posibilidad de mayor claridad.
Nadamos entre el miedo y la impotencia, entre la rabia y la tristeza. A pesar de todo el confinamiento, la primavera ya está aquí es una señal de esperanza.
Espero que este post os haya sido de utilidad y si tenéis dudas estaré encantada de leer vuestros comentarios.