Poco a poco vamos entrando en la “nueva normalidad”, y cada vez podemos realizar más actividad al aire libre. Este año es distinto a cualquier otro, y debido al confinamiento que nos ha mantenido a much@s de nosotr@s dentro de casa sin exposición al sol, se están dando muchos casos en urgencias por quemaduras solares, debido a que nuestro cuerpo no está preparado. Como cada año, a medida que nos acercamos al verano, tenemos que tener en cuenta algunos aspectos para que nuestra piel esté bien protegida.
A la hora de elegir un protector solar, tenemos infinidad de productos a elegir, pero, ¿son todos equivalentes? ¿actúan de la misma forma? ¿pueden repercutir en nuestra salud?
Voy a intentar explicaros de forma muy entendible los diferentes tipos de protector solar que podéis encontrar en el mercado, y cuáles son sus ventajas e inconvenientes.
En primer lugar, es de tod@s conocido que el órgano que de forma directa recibe la radiación del sol es nuestra piel. Sabemos también que hay muchos tipos de piel, y que algunas de ellas son las más susceptibles de ser castigadas por su sensibilidad, como la de los bebés, las pieles atópicas o aquellas que tienen poca pigmentación.
Pero la realidad es que, en diferente grado, todas las pieles son afectadas por la radiación solar.
El sol es la fuente de toda energía, y aporta numerosos beneficios para nuestra salud, pero cuando nuestro cuerpo se expone demasiado tiempo a la radiación solar, los efectos nocivos empiezan a estar presentes.
El sol contribuye a la producción de vitamina D, muy necesaria para nuestro organismo. La vitamina D es un micronutriente que no produce el organismo por sí solo y, por lo tanto, debemos incorporarlo externamente a partir de algunos alimentos o de la exposición a la luz solar. Ahora bien, no es aconsejable que esta exposición vaya más allá de 15 minutos tres días a la semana.
A partir de este tiempo de exposición, el sol empieza a producir agresión oxidativa en nuestro organismo, lo que significa que a nivel celular se están generando en exceso los llamados radicales libres que tan perjudiciales son para nuestra salud.
La energía del sol llega a la Tierra en forma de radiación.
Para que nos entendamos, la radiación son ondas electromagnéticas que pueden ser de muchos tipos. Por ejemplo, son ondas electromagnéticas las señales de radio, de televisión, las generadas por los aparatos de microondas, o las de las pruebas médicas tales como rayos X.
En el caso del sol, las ondas que radia son de 3 tipos: ondas infrarrojas, ondas visibles y ondas ultravioleta (UV). Las ondas infrarrojas son las que producen calor. Las ondas visibles son las que dan luz y nos permiten ver todos los colores, y las ondas ultravioleta son las perjudiciales para nuestra salud.
Nos centraremos pues en la radiación ultravioleta (UV), que llega a la superficie de la Tierra desde el Sol y que se divide en 3 subtipos:
- UVA. Es la radiación que más llega (95%)
- UVB. Solo llega una pequeña parte (5%)
- UVC. No llega a la superficie (0%)
Cada tipo de radiación UV es más o menos absorbida por la capa de ozono.
Como puede verse, la radiación UVC no llega a la superficie terrestre, por lo que nos centraremos en las otras dos.
La radiación UVB produce quemaduras, manchas, y en el peor caso melanoma o cáncer de piel. Es aquella en la que vemos los efectos más inmediatos, como el ponerse moreno de forma rápida, pero también de las quemaduras después de un día de playa.
La radiación UVA produce degradación del colágeno y envejecimiento prematuro. La piel pierde luminosidad, elasticidad y suavidad. Actúa de forma menos apreciable a corto plazo, y precisamente por ello es la que más daño puede llegar a hacernos.
Es importante resaltar que la radiación UVA traspasa las nubes, los cristales, y se refleja en el suelo.
Es cierto que la luz solar tiene efectos positivos. Tomar el sol con moderación contribuye a:
- Una elevación del estado de ánimo.
- Prevención del trastorno Afectivo Emocional (TAE). Las horas de luz solar influyen en la síntesis de la serotonina, que también es conocida como la “hormona de la felicidad”.
- Vitamina D. Ayuda al cuerpo a absorber el calcio, uno de los principales elementos que constituyen los huesos.
Pero los efectos negativos son numerosos y son los que hay que evitar con un buen protector:
- Eritema solar (quemadura).
- Alergias solares.
- Fotosensibilidad inducida por fármacos.
- Envejecimiento prematuro.
- Daño ocular.
- Debilitamiento del sistema inmunitario
- Cáncer de piel
En el siguiente post os explicaré las diferencias entre un filtro solar químico y físico, así como qué son las nanopartículas y cómo afectan a nuestro organismo. Finalmente, veremos cuál es el protector ideal.
Espero que os esté resultando interesante y nos vemos en breve en el siguiente artículo.